domingo, 20 de enero de 2013

La historia mágica. Parte II

Siento esa necesidad de transmitir mi felicidad. Hoy todo me va bien. Al fin conseguí mis metas, al fin le reencontré. Volver a acariciar su cara, volver a probar sus labios, volver a achucharlo. Motivos de perfección que ya son algo diario. Días atrás nos vimos obligados a abandonar, dejar el tren, marchar. Sentimos un vacío interior, a priori, sin modo de solución. No fuimos fuertes, la marea nos podía arrastrar. Te soltaste de mi mano, sentías frío, pero encontrabas brazos que te servían, al igual que los míos. Yo también sentí frío, sentí mi cuerpo mojado, desnudo y abandonado. Necesitaba ayuda, necesitaba un beso que me despertara, como a la bella de aquel cuento. No tenía príncipe, todo era una historia terrible. Mordí la manzana equivocada. Bese a la bestia más malvada. Entré a la casa encantada. Con el mero fin de olvidar, intente cerrar la puerta y descansar. Miedos, llantos, utopías, promesas rotas. Chico y chica, abuelo y abuela, mamá y papá, señor y señora. . ¿Que hacía entonces yo sola? Necesitaba su compañía, echaba de menos su vida, añoraba su respirar, no podía vivir sin escucharle hablar. La suerte se puso de mi lado, mi verdadero destino caminó en mi mismo sentido, a mi verita, sin alejarse de mi camino. Me devolvió algo que había perdido pero no olvidado, algo para lo que había nacido pero no tenía, algo que quería pero no estaba a mi lado. Silencio. En mitad de esa frase, llegó ese beso. Me agarraste fuerte y me susurraste. - Ni siquiera el tiempo, hizo que pudiera olvidarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario